lunes, 3 de junio de 2013

Maratón



Como en una carrera, así. Mejor dicho como en un maratón, así es, como quien ha corrido 5 kilómetros y aún tiene mucho por recorrer. Las piernas se sienten pesadas, en la planta de los pies se siente el pulso de los metros caminados, el sudor corre por la espalda, la boca está seca y seguimos por inercia.



Los deseos de parar son imperantes, pero hay algo que no nos deja detener. Pensamos- Falta poco para la meta- y nos alentamos internamente. Vemos a los que parecen tener más resistencia y nos motivamos. Corremos, en momentos caminamos, pero no nos detenemos.
Nos sostiene saber que cuando crucemos la línea de meta no importará el dolor, la victoria valdrá la pena. No pensaremos en que otros llegaron primero, simplemente nos alegraremos con ellos. Miraremos atrás y veremos el dolor de los que decidieron detenerse y que ahora ven más lejos que antes la meta.
Ahí estaremos, al otro lado de la barrera, al final del camino y todo lo sufrido anteriormente se irá borrando de nuestros recuerdos.



2 Corintios 4:16 -18
Por Tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria;no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.


Nos cansamos, esto no es un secreto. La realidad es que a diario nuestro cuerpo pierde fuerza. Pero siempre que mantengamos los ojos puestos en el Invisible, nos renovaremos interiormente cada día.
Cada metro del camino será diferente, en ocasiones será difícil y cuando así pase esto significa que la recompensa será mucho más grande de lo que esperamos.


No hay nada mejor para olvidar un pasado doloroso que un presente grato, con eso podemos asegurar un futuro inigualable en su presencia eternamente.

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