Imagen: www.lanación.com |
¿Te has fijado alguna vez en la
reacción de las personas cuando comienza a llover? Corremos intentando evitar
las gotas, los planes cambian e incluso el humor se transforma.
Cuando era pequeña solía salir
corriendo hacia afuera de la casa junto a mis hermanos, queríamos mojarnos con
la lluvia y jugábamos con ella. Por lo
general terminábamos resfriados, pero mientras estábamos bajo la lluvia era en
lo que menos pensábamos. No comprendíamos entonces.
Foto: Bendita Lluvia de Alicia Beatriz Pradolini |
Ayer junto a mi mamá intentamos
huir de las gotas de lluvia. Una cuadra nos separaba de la casa, corrimos
pensando que lograríamos mojarnos menos pero la verdad es que al llegar bajo
techo estábamos totalmente empapadas.
Cuando la lluvia te sorprende ya
no hay nada más que hacer, no hay forma de escaparte de ella aunque sea algunas
gotas te alcanzan. No puedo evitar pensar en lo cobardes que somos muchas veces
como seres humanos y como creemos que huir es la solución para todo.
Nuestras decisiones dibujan el
futuro que nos espera, y ese futuro se llama consecuencias. Una vez que
decidimos no podemos evitar los resultados que desencadenan nuestras actitudes.
Muchas veces las vemos venir, otras veces llegan de momento y nos sorprenden,
la realidad es que en cualquiera de los casos no podemos escapar, no podemos
evadir las consecuencias.
fuente: www.sentirmebien.com |
Lo que si podemos hacer es estar
preparados, un buen abrigo le da seguridad a aquellos prevenidos que decidieron
llevarlo “por si acaso”. Mientras otros corren, ellos parecen inmunes, las
gotas mojan el abrigo, pero no les tocan.
Entrega al Señor todo lo que haces;
confía en él, y él te ayudará.
Salmo 37:5
Pero tú, oh Señor, eres un escudo que me rodea;
eres mi gloria, el que sostiene mi cabeza en alto.
Salmo 3:3
¿Cómo hacen para vivir como si
nada les afectara? Sólo consigo una respuesta: no les afecta. Las gotas caen
sobre ellos, pero no permiten que les toquen. Claro está, su seguridad depende
de su abrigo, sin él serían igual de vulnerables que cualquiera.
No podemos evitar las
consecuencias, no podemos huir de ellas, pero si mi seguridad esta puesta en
Dios, comprenderé que son solo gotas, que es sólo agua y nada más, podré secarme y continuar.
Andrea Hernández
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